Esteban Ibarra

Movimiento contra la Intolerancia, por los Derechos Humanos

OFENSIVA XENÓFOBA EN LA CRISIS ECONÓMICA

Es un hecho la ofensiva xenófoba en toda Europa en el contexto de la crisis económica y nuestro país no está al margen del problema.  Esta agitación sin precedentes de la nueva ultraderecha, busca conectar con un sector de la ciudadanía que recela de la inmigración, de la diversidad cultural y religiosa y de la propia construcción europea. Son múltiples los factores que hacen posible la inquietud y el desencanto social pero no menos importante el impacto del discurso de la intolerancia  propagado en diversos espacios, esencialmente en Internet orientados por un proteccionismo ultranacionalista y xenófobo que alimenta un proceso involutivo respecto a la idea de sociedad abierta, cosmopolita y de ciudadanía mundial que debería acompañar a una globalización congruente con la democracia y la universalidad de los Derechos Humanos.

En el escenario de crisis económica, el aumento del prejuicio xenófobo y del hostigamiento a la inmigración está servido. El rechazo a compartir igualdad de trato en materia de empleo, sanidad, educación y otro tipo de atención asistencial se viene constatando no solo en las encuestas oficiales, también se evidencia en situaciones discriminatorias de la vida cotidiana. La ofensiva organizada despliega una estrategia que ataca directamente a la cohesión democrática y a la convivencia integradora de la diversidad, mediante un uso perverso de cualquier conflictividad social generada a partir del fenómeno de la inmigración,  del pluralismo religioso y de la diversidad social o cultural. Una xenofobia que nunca será democrática aunque lo votase la mayoría social.

Esta xenofobia no viaja sola, va acompañada de intolerancia religiosa y cultural, en especial de antisemitismo e islamofobia, a quienes acusa de estar detrás de la crisis o de aprovecharse de ella, una intolerancia que hace de la diversidad su enemigo y del diferente, un potencial objetivo de agresión, postreramente ejecutada por grupos racistas o neonazis nacidos del odio y de la recluta fanática de santuarios de intolerancia, como las gradas ultras del fútbol. Una intolerancia que se engarza con el racismo de siempre hacia el pueblo gitano y con la discriminación sempiterna hacia colectivos vulnerables como los homosexuales y las personas con discapacidad. Cuando la intolerancia crece lo hace en todas las direcciones, en todas sus expresiones y con todas sus  perniciosas manifestaciones.

El neofascismo xenófobo se internacionaliza

La actividad xenófoba  en los últimos años ha recibido fuertes estímulos por los resultados electorales de formaciones ultraderechistas en esta Europa desnortada. Una nueva ultraderecha que en todos los países europeos se presenta con eslóganes similares que reclaman  Prioridad Nacional, tipo “los españoles primero” y “stop invasión”, que desprecian  la igualdad de trato, vinculan al inmigrante con la delincuencia e incluso con el riesgo terrorista, usan los problemas de corrupción  desacreditando la democracia, en definitiva,  nada diferentes de un país a otro, como muestra el populismo de Lepen en Francia, la dura ultraderecha de Jobbik en Hungría, la Liga del Norte en Italia, el BNP de Gran Bretaña o la islamofobia en Suiza, que parecen construidos en laboratorios del neofascismo.

La infección neonazi en la nueva ultraderecha xenófoba es más que evidente. Mediante Internet, en webs, blogs, foros y redes sociales, acompañado de una dinámica de conciertos clandestinos de propagación del odio, el ir y venir a manifestaciones, incluso internacionales, la obscenidad presencial de los ultras del fútbol exhibiendo la simbología nazi y la continua distribución de propaganda fascista junto a  reuniones internacionales y conferencias de adoctrinamiento, algunas incluso con antiguos miembros de las SS nazis que realizan según qué partidos “legalizados”, se evidencia el déficit de defensa de la democracia en diversos países europeos.

En cuanto a la violencia protagonizada por grupos neonazis, lejos de desaparecer, se ha estabilizado como algo latente que recuerda con su voluntad de presencia un horizonte criminal y genocida al hacer suyo, como manifiestan habitualmente, el legado hitleriano y una aceptación sin paliativos del Holocausto, aunque sus líderes en toda Europa enarbolen la bandera del negacionismo humillando a las víctimas. La violencia neonazi existe y está entre nosotros desde hace años, se alimenta de xenofobia, racismo, homofobia, antisemitismo, islamofobia, odio al diferente, al vulnerable y también, a la convivencia democrática.

Carece de sentido el discurso oficioso de las “tribus urbanas” que minimiza y banaliza este problema. En Europa diversos países han adoptado medidas preventivas profundas, con instituciones y programas especiales en colaboración con organizaciones cívicas especializadas; la OSCE, el Consejo de Europa y la Unión Europea han sido contundentes con los Gobiernos llamándoles a una “acción decisiva frente al racismo y la xenofobia”, señalando el avance del odio y la intolerancia en Internet y pidiendo a la sociedad civil que se movilice sin demora frente a este grave problema, significando su gravedad en Rusia, con 120 asesinatos en 2009, y en otros países donde hay “cacerías” de gitanos e inmigrantes. En España, la indolencia institucional y la permisividad “de facto” que en muchas ocasiones gozan  los grupos neofascistas resulta incomprensible. No obstante durante el último año la reacción fiscal, judicial y policial han sido positivas cambiando el rumbo de la insuficiencia al apreciarse condenas sin paliativos en diversos procedimientos contra grupos neonazis.

Es preciso entender que la lucha contra la lacra racista y la intolerancia xenófoba solo puede ser democrática, es decir, en el marco de la legalidad del Estado de derecho, rechazando el uso de la violencia, defendiendo los valores democráticos de igualdad, tolerancia y los universales derechos humanos; además debe tener un carácter integral, en el marco de la legalidad del Estado democrático y en cumplimiento del ordenamiento jurídico internacional; un camino que requiere prohibir manifestaciones xenófobas, cerrar webs neonazis e ilegalizar organizaciones racistas, además de adoptar una legislación que ampare a las víctimas del odio; un camino que alcance a la educación, impulse una sensibilización preventiva y propicie operadores jurídicos especializados, colaborando a nivel internacional para desmantelar las tramas y redes neonazis organizadas.

La esperanza hoy se centra en el anuncio por el Gobierno socialista de Ley para la igualdad de trato y contra la discriminación, albergando el deseo de que sirva para impulsar una seria política criminal en línea con las recomendaciones de NN.UU. quien recordaba que se “deben castigar las actividades violentas, racistas y xenófobas de grupos que se basan en ideologías neonazis, neofascistas y otras ideologías nacionalistas violentas”. Unos meses antes, la Unión Europea aprobó la Directiva Marco de Derecho Penal, obligando a los Estados a sancionar penalmente a quienes inciten al odio, violencia y discriminación por motivos raciales, xenófobos, antisemitas y de intolerancia cultural o religiosa.  En definitiva, se trata de situarnos en los mandatos internacionales, promoviendo una respuesta democrática, cívica y política, legal y sin violencia, pero con  profundidad y extensión a todos los ámbitos sociales, incluidos los medios de comunicación.  Todos  juntos, en democracia, si podemos.

Esteban Ibarra

Presidente de Movimiento contra la Intolerancia

Etiquetas: ,

Los comentarios están cerrados.